EL MERCADO, VERDUGO DE LA DEMOCRACIA

Desde el comienzo de la civilización siempre existió el mercado. Comenzó siendo un intercambio de bienes, alimentos, herramientas, etc. que se canjeaban en régimen de reciprocidad. El valor de las cosas era visible, los objetos tenían un valor real que se correspondía con el pago de otro bien o de un servicio. Así, algunos objetos de poco peso que todo el mundo valoraba, se empezaron a utilizar del mismo modo que nosotros empleamos el dinero en la actualidad, como dinero, ropa, conchas, piedras preciosas, e incluso alimentos como el te.

En Mesopotamia, 2.500 años a.de C., la gente llevaba sus productos al almacén del templo. Allí, los sacerdotes-contables escribían en fichas de barro, a modo de "cuenta corriente", los productos que cada persona ingresaba. Cuando querían podían sacar sus productos, o también canjearlos por otros.

Los objetos fueron sustituídos por piezas de metal y pronto se les dio una forma circular por razones prácticas. Las monedas más antiguas se habrían encontrado en China, y habrían sido acuñadas antes del año 5000 a. c. Las de Mohenjo Daro datan del 2.900 a.C. En oriente medio se acuñaron las primeras monedas en el siglo VII a.de nuestra era en Lidia (Turquía), y su uso se extendió rápidamente por todo el Mediterráneo.

Una vez creadas las monedas, se originó un sistema monetario y de mercado que aún padecemos. Y digo padecemos, porque el mercado no es democrático, se rige por el beneficio económico a corto plazo, mientras que la naturaleza funciona a medio y largo plazo.

Las monedas tenían un valor real, su peso en oro o plata, pero fueron sustituídas por dinero-papel. Del mismo modo que en la antigua Mesoportamia los ciudadanos llevaban sus productos al almacén del templo, ahora llevan su dinero-papel a los bancos. Éstos, lejos de guardarlo, especulan con él como si les perteneciese. Ese dinero en depósito, lo prestan a quienes firman que lo devolverán, añadiendo un porcentaje de interés. El negocio es redondo, los bancos se enriquecen cada vez más gracias a la especulación con un dinero que no les pertenece, y, por cada euro en depósito, prestan diez veces más.

Lo que antes era dinero, ahora es deuda. Actualmente el dinero que crea la casa de la moneda es aproximadamente el 5% del dinero que circula. El 95% del dinero restante viene de los créditos solicitados a los bancos, un dinero que es creado y destruído cada día en grandes cantidades. Un dinero que en realidad, no existe y es inventado por los propios bancos que aumentan su poder de manera inconmensurable, pues nadie sabe en realidad cuánto dinero ficticio ponen en circulación.

Como dice Leopoldo Abadía, autor de "La crisis ninja" (no job (trabajo), no ingresos, no propiedades), "los bancos prestan promesas de dinero que no poseen". La economía se ha financializado, y la especulación no está regulada. No hay leyes que penalicen la especulación. La situación actual es la de un régimen global impuesto por la libre circulación de capitales, un régimen global que no tiene un territorio concreto. Su soberanía es planetaria.

Reginald Mc Kenna, ex jefe del banco Midlands de Inglaterra va más allá al decir: "Quienes controlan el crédito de la nación dirigen la política de los gobiernos y tienen en sus manos el destino de los pueblos"

Esta situación no es sostenible. En las antiguas sociedades sostenibles había una economía de mercado, el mercado era un intercambio de bienes y mercancías, había reciprocidad.

Los problemas vienen cuando la reciprocidad desaparece y no hay una economía de mercado, sino una sociedad de mercado. Nos levantamos pendientes de lo que digan los mercados, vivimos un FUNDAMENTALISMO DE MERCADO que nadie controla, pues nadie regula los flujos financieros. Hemos perdido la LIBERTAD, somos esclavos de un Mercado que condiciona nuestras vidas y no lo regulan ni leyes, ni gobiernos.

Así llegamos a la situación actual, un mundo desigual, nada fraterno, donde muere un niño de hambre cada seis segundos y 1.000 millones de personas no tienen agua potable. Pero la pobreza no produce plusvalías, y es ignorada. Se destruyen selvas para explotar minerales porque es rentable, se emponzoñan tierras, aire y océanos con sustancias contaminantes que entran en la cadena alimenticia, pero no se limpian porque no produce beneficios. Según un estudio que acaba de publicarse, realizado por científicos de los Jardines Kew Gardens y del Museo de Historia Natural de Londres, el 22% de las especies vegetales en el mundo se encuentran en peligro de extinción. A las grandes finanzas no parece importarles el dato aunque de ellas dependa nuestra supervivencia, porque salvar especies en peligro no produce dividendos.

El ser humano está destruyendo especies a una velocidad 1.000 veces superior a la que existía antes de la era industrial, el Homo Sapiens es el destructor más colosal que ha existido en la historia del Planeta Tierra. Pero las grandes empresas financieras siguen enriqueciéndose sin medida, pues incluso los gobiernos ponen a su disposición el dinero público para mantenerlas a flote, mientras se extinguen 30.000 especies al año y el planeta está herido de muerte.
Vivimos en una sociedad de alto riesgo, con elevadas cotas de incertidumbre sobre nuestro futuro, que sería necesario gestionar.

El 10 % de los paises más ricos controla el 85% de los recursos mundiales. El 50% de la población son pobres que solo controlan el 1% de los recursos. Los mercados no distribuyen equitativamente los productos del desarrollo.   Lo que no produce plusvalía  se convierte en invisible. Asumamos que el Mercado no es democrático y no va a solucionar los problemas actuales. Este viejo modelo no sirve para salir de esta crisis que es a la vez económica, de escasez de recuros, medioambiental y social. Es preciso un cambio de paradigma.

A nivel personal podemos plantearnos aprender a vivir mejor con menos y no acumular innecesariamente. No confundir deseos con necesidades y sobre todo, darnos todos los días un tiempo para la reflexión y la crítica para no dejarnos arrastrar por un torbellino de vida insostenible a todos los niveles.

Como masones, tenemos presente nuestra triple divisa: L.·. I.·. F.·.
Primeramente hemos de rescatar el concepto de LIBERTAD.
- Es urgente dictar leyes para penalizar la especulación que nos esclaviza.
- Es urgente que las políticas de desarrollo se orienten hacia la sostenibilidad y no a mantener el fundamentalismo de mercado que domina nuestra vida.

A la par, es necesario recuperar la IGUALDAD. ¿Qué deseamos hacer, avanzar en la solidaridad o en la desigualdad? Es una decisión personal, de cada uno de nosotros. Podemos pensar y tomar decisiones basadas en el equilibrio ecológico y la equidad social, por ejemplo consumir productos ecológicos y de mercado justo que ayudan a vivir dignamente a personas de los países en vías de desarrollo.

Se ha perdido el concepto de FRATERNIDAD que hemos de redescubrir volviendo al concepto de CIUDADANÍA.

- Podemos crear redes de solidaridad, que planteen alternativas al sistema. Redes sociales promoviendo modelos de vida sostenibles y formas de comunicación horizontales. Hemos hablado de alguna de ellas, ej. Avaaz.

La utopía de la sostenibilidad dice que el centro del mundo está en la VIDA y no en el MERCADO. Frente al imperio económico podemos plantear más bienestar y más solidaridad. No podemos permitir que los gobiernos sigan dependiendo del crédito de las grandes empresas financieras, porque estamos viendo que nadie dicta leyes que regulen sus abusos. Para defender la Democracia, se precisa MÁS ESTADO Y MENOS MERCADO
"Democracia es dar a cada uno lo que necesita y no lo que puede pagar"